Últimamente se habla mucho de la importancia de que las organizaciones, ya sean empresas, startups u ongds, guíen su actividad profesional en base a la consecución de unos propósitos u objetivos superiores, más allá de la cuenta de resultados, con los que sus miembros puedan conectar y sentirse alineados para conseguir ser la versión más auténtica de sí mismos. Ese «leitmotiv» que les impulsa a querer formar parte de esa organización, a sentir que «están donde quieren estar» y poder desarrollarse a nivel personal y profesional. Hablamos de «El porqué» del «Golden Circle« de Simon Sinek, esa misión personal que conecta con un propósito superior y que ha sido el punto de partida de los grandes liderazgos a lo largo de la historia de la humanidad.

Frederic Laloux (autor de «Reinventar las organizaciones«) indica que cada vez que la humanidad ha accedido a un nuevo estadío de conciencia tambien ha creado un modelo organizativo radicalmente más productivo que el anterior, asistiendo al nivel de «autorrealización» de la pirámide Maslow. Laloux habla del «teal-evolutivo», un empuje evolutivo hacia formas cada vez más complejas y refinadas de enfrentarse al mundo, e identifica empresas u organizaciones cuyos propósitos o principios trabajan bajo los principios de autorrealización teal.

En este ascenso a un nivel más complejo en las organizaciones ¿Qué papel juega el diseño y la construcción del espacio físico en su propósito?

Numerosos estudios psicológicos han demostrado que los seres humanos responden a configuraciones específicas del entorno en el que vivimos. La psicología de la arquitectura tiene en cuenta el espacio físico como generador de respuestas psico-fisiológicas: el diseño de los espacios puede reducir o aumentar nuestra productividad en los entornos laborales, incide directamente en el comportamiento cotidiano de los individuos y juega un papel activo en entornos de aprendizaje, entre otros. El espacio ha sido el fiel reflejo material de las culturas colectivas, desde el inicio de los tiempos, acompañando intimamente los procesos de cambio de las civilizaciones.

El espacio acompañará al propósito de las organizaciones teal si refleja la marca espacial de aquella organización a la cual está destinada a alojar. Si refleja una misión, unos valores y unos principios, en los que el individuo se pueda sentir identificado, y si fortalece la experiencia espacial del usuario. En educación, esta relación espacio-educativa ya ha iniciado su andadura, pues la entrada en el ecosistema educativo de nuevas metodologías educativas está exigiendo un nuevo paradigma espacial que permita la experimentación, la innovación y el desarrollo individual y colectivo de los estudiantes.

En definitiva, el diseño y la construcción del espacio deben ser parte integrante de los propósitos de las organizaciones, porque forman parte de ellas y porque contribuyen a su fortalecimiento. La arquitectura formará parte activa de este proceso evolutivo en tanto dirija su mirada a ecosistemas profesionales más holísticos  y transversales. Ya no valdrá el diseño de un espacio como fin último, sino que tendrá que ser un eslabón más dentro de la cadena del proceso creativo de una organización, y contener aquellos ingredientes que reflejen marca, propósito, experiencia de usuario e identidad.

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¿Espacios con propósito?

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